Te descolgó como se descuelga a un cuadro, hizo de cuentas que no existes, entonces con resignación dijiste, “no es la primera vez que he pasado por un desaire de este tipo, y seguramente no será la última”.
Traté de consolarte, argumentando estupideces.
En fin después de un rato de elucubraciones varias concluímos lo de siempre, hay que disfrutar los momentos segundo a segundo, como si fueran frutas, degustando intensamente su sabor, o como si fueran flores, alegrándose con el estallido de sus colores, aun sabiendo que hay flores que tienen espinas.
Ahora a esperar amiga mía el renacer después de la partida y este dolor de esa no despedida, considéralo como lo que es, una verdad absoluta de la vida, todo algún día termina.
María Pilar
