
Hacía mucho tiempo que no disfrutábamos de un café juntas, tanto que la conversación no fluía, y el dialogo forzado parecía mas una entrevista, pero en el preámbulo a que trajeran el agua caliente, hubo tiempo de distender los labios y los pensamientos, tanto como para que al final de la tarde habláramos alejadas del típico pelambre que tanto me carga y centrándonos un poco mas en el ambiente natural, en el disfrute de las cosas simples, en esos sabores retenidos.
Me cuesta ser condescendiente, me cuesta también reconocerlo, ella se merece más que nadie de mi paciencia y si bien no estoy de acuerdo en su forma de ser, no es malo ser así, es auténtica, es controvertida, sus preguntas van y hacen roncha, “que quienes son los padres, en que trabajan, cuantos hermanos, que linda que es, que si es rubia natural, que no se cuida, es muy gorda, cuantos hijos, viven todos en el mismo lugar, van de vacaciones, que si gana bien, que auto usa ????etc.”.
Si es ella una persona profunda, sensible, buena ¿como es que deja traslucir en sus preguntas ese interés material de las personas?, no la veo interesada en la belleza interior, la inteligencia, la perseverancia, las capacidades, la bondad, la sencillez, se deja llevar, así lo demuestran sus comentarios por lo externo y a mi eso me molesta, quizás porque en algunas de esas características me veo reflejada, talvez lo mío es un trabajo consciente en ver el lado bueno, las cualidades, valorar el interior y no deslumbrarme por las apariencias.
Bueno pero en fin avanzamos un paso mas en nuestra relación ya de mujeres maduras, conociéndonos en una etapa distinta, cuando nuestras vidas ya han dado un par de vueltas al cuenta kilómetros.
María Pilar O.

