Si te pienso…
acogida por la memoria de tus células.
me siento entregada a tu historia.
entregada y recibida por tus ancestros.
Los rescato, me rescatan, te rescatan y aprisionan
en celdillas de añoranzas y vivencias de esplendores
de estertores, de paisajes vivos y muertos.
Me siento encriptada en tus días de niñez
me siento compañera en esos campos
me siento una mas de las inquilinas de esos valles
y me siento amiga.
Amiga de las creencias populares
de las siembras y cosechas, de las fuentes de ensaladas
de los pasteles de choclo, de las arvejas y las habas.
Siento el encaje misterioso de esa pradera recorrida
cuando el cerro protegía mi infancia
cuando la hierba buena perfumaba mis pies,
siento el correr de la mies, siento el color de la tarde
y la fuerza impostergable de la noche
con sus cantos de aves solitarias y sus aullidos de bestias.
oscuridad que gesta fantasías, crueles pensamientos
y miedos sin sentido que te empujan a los brazos que te aman.
Es ahí donde crece y se posesiona la importancia de los seres amados
los padres, los abuelos, los compañeros de la infancia, en fin, los amores.
Es entonces que descubro que tú y yo
nos añorábamos sin saberlo...
y aquí estoy, disfrutando éste momento
aquí donde en nuestro abrazo afectuoso se funde tu pasado con el mío,
en donde se encuentran las memorias
se cuajan de rocío las vivencias, suspicaces, eternas, juguetonas,
para extenderse como tradición o leyenda
desde la raíz de éste árbol que espera por nosotros ser tejida.
María Pilar