Sordera paradójica

Traté de imaginar el sentir de mi padre, aun con sus años está muy vital, bien, con mucha energía, buena salud, pero poco a poco su sordera a aumentado y no lo abandona el famoso tinnitus ese ruido al interior de la cabeza que no cesa jamás, poco a poco ésta limitación va dejando a las personas que lo sufre así  como a esta imagen,  es muy triste,  hay que buscar alternativas, en eso estoy para que tenga un mejor pasar,  el escrito a continuación,  es a raiz de lo que les acabo de contar.

                 
                      Monosílabos disonantes, monótonos, esparcidos en línea recta hasta mis   cansados oídos, agobiados de ruidos internos, risas externas,    de impiedad, de indiferencia, ironías  de dolores mundanos,  si,  no,  sino,  ¿si ?¿no?, ¡SI!, ¡NO!...  así,  a mis preguntas solo cortos y adecuados dúos de letras. 
                       Me fui internando en una carcaza,  de caminos circunvalatorios,   en donde no podía avanzar,  marcados nudos  me hacían saltar de unas  empinadas colinas,  quería explorar desde mi punto de vista un especie de quiasma  y me encontré con una cúspide,  que me botó a un peñasco lleno de laberintos y estrechos caminos con micro agujeros.   ¡Que lugar mas extraño! me detuve en un montículo y empecé a ver el viaje brillante de colectores nervioso, que no se apiadaban de mi en nada y mi viaje cada vez mas me pesaba,  busqué ansiosamente un lugar de descanso, encontré  un oasis lo divise como a un espejismo y  decidí  tirarme desde  un tobogán aponeurótico,  llegué hasta unos axones cremosos muy calidos. ¡Me senti bien!, pues se aclimataban a mi, pero, como todo lo bueno acaba tuve que continuar en la búsqueda de esta incomunicación conmigo y en la búsqueda de la causa de tanto ruido,  así  llegué a unos ventrículos húmedos esponjosos,  me atraparon con raíces de emociones, de equilibrio de madurez,  de comprensión de cognición,   ahí dentro del magma de lo intangible en esa sustancia  me ahogué.
                 ¡Quiero comprender  y aceptar!,  ¿podré algún día disfrutar del silencio externo,  lograré aplacar el ruido interno?.  ¡Oh Dios dame  la paz!, en ésta soledad dolorosa del silencio ruidoso,  quiero por fin ¡sentirme bien! a solas con mi ser, bien disfrutando de los sentidos que aun no se han roto en mi.


María Pilar

Comentarios

  1. Debe ser un calvario pasar por ese estado. Fuerza para salir adelante.
    Yo ejerzo de enfermero geriatra estos días en que mi madre se consume con un corazón agotado y arrítmico.
    Un abrazo.

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  2. Es muy triste perder alguno de los sentidos, mi madre se quedo sorda poco a poco, desde niña tubo problemas con los oídos.
    El carácter cambia en las personas,se sienten aisladas e inseguras.
    He pasado por tu otro blog y me ha encantado tu país, Chile tiene unos paisajes preciosos, para contemplarlos asiduamente sin cansarse.

    Un abrazo.

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  3. Un saludo, Pilar. Hace tiempo qu eno pasaba por blog y hoy me encuentro con este texto. Sí, tiene que dar una sensaciön de aislamiento el perder el oído. A veces es deseable estar en un recinto sin interferencias de ruidos, pero es tan diferente ... En el silencio -cuando es buscado- encontramos la paz y la oportunidad para hablar con nosotros mismos.
    Me gustó mucho tu texto.
    Un abrazo.

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  4. Te leí y te comprendí. Mi padre tiene azheimer y mi madre perdió un oído (ya no escucha de una oreja). Y a veces me he puesto a pensar que terrible debe ser no escuchar, me gustó mucho tu entrada, sobre todo la rflexión de tu último párrafo.

    Volveré, me encantó tu escritura, un abrazo

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Gracias por detenerte,
por tus palabras, doblemente agradecida.

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Pilar

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